Los vecinos del barrio Unimev en Guaymallén están en vilo ante la presencia de un presunto tirador. Al menos 4 personas resultaron heridas por balines compatibles con rifles de aire comprimido y sospechan de un hombre que vive solo y tiene problemas con las drogas. En el caso más grave, una mujer octogenaria recibió un impacto en el cuello.
Los hechos ocurrieron el último domingo en horas de la tarde, cuando se produjo una llamativa situación. Frente a las torres ubicadas en Adolfo Calle, esquina Houssay, en Guaymallén, está el puesto de venta de frutas y verduras de Francisco, más conocido en el barrio como Paco. El verdulero se encontraba conversando con dos mujeres, los tres sentados en unas sillas metálicas frente al local, cuando sintieron un impacto contra la chapa del asiento del hombre y a los pocos segundos se produjo una herida en la pierna de una de las vecinas.
De acuerdo con el verdulero, se trataría de un balinazo que “creemos que pegó en la silla, rebotó en un cantero y le pegó en la pierna a la vecina. Ella sintió como si la hubiera golpeado una piedrita”. Además, Francisco manifestó que en otras oportunidades había escuchado impactos contra la chapa de su puesto, pero que no pensaba que pudiera ser algo de esa índole.
Sin embargo, con el paso de las horas se conocieron otros casos con pocos metros de diferencia, con lo cual pierde fuerza la posibilidad de de que se trate de hechos aislados o accidentales.
Luego del caso de la mujer herida en la pierna, una vecina fue impactada en el cuello y derivada al hospital. No solo se trata del hecho más grave, sino también del que puede ser clave para desentrañar el asunto, ya que los testimonios coinciden en que la víctima tenía el balín incrustado y que no se lo podían sacar.
En tanto, un hombre que había estacionado en el lugar, quien se encontraba dentro del vehículo junto con su hijo y con las ventanillas bajas, sufrió una herida en un brazo. Por su parte, otro vecino que caminaba por la zona fue alcanzado por un proyectil que le pegó en el hombro.
Para los vecinos hay un sospechoso, a quien describen como un ermitaño que tiene problemas con las drogas. Y suman que la ventana de su vivienda da justo hacia la verdulería de Francisco y a la parte del estacionamiento donde se produjeron los presuntos ataques, aunque de momento no tienen pruebas contra él. Así, los hechos se encubren en un manto de misterio, pero lo que podría tomarse como un mito urbano tiene cuatro víctimas concretas e identificables.
Fuente: www.mdzol.com