Tres detenidos fugados de una comisaría y un posterior malestar generalizado en el Ministerio de Seguridad. Preocupación de policías que aseguran que no descansar lo suficiente y el viejo reclamo de falta de recursos que vuelve a estar bajo análisis.
La evasión el miércoles durante la madrugada de malvivientes detenidos por robo generó un fuerte impacto en la Policía de Mendoza. Hasta este jueves por la mañana, nada se sabía de ellos pero el caso provocó una investigación administrativa en la Inspección General de Seguridad (IGS) porque, entienden los pesquisas de Asuntos Internos, los uniformados que se encontraban de guardia dormían cuando hicieron un boquete en el viejo calabozo del sector y ganaron la calle sin ser detectados.
Una imagen a la que accedió El Sol demuestra que los tres sujetos que escaparon por un pequeño hueco que hicieron en el sector de calabozos. Aprovecharon que nadie los controlaba para remover los ladrillos (tipo loseta) y huyeron en un horario estimado de entre las 3 y 6 de este miércoles. Para los investigadores, se trató de un accionar negligente y no hubo connivencia o algún tipo de pacto con los malvivientes.
Los hombres que estaban detenidos por distintos delitos. La evasión ocurrió luego de que hicieran un pequeño boquete de no más de 40 centímetros en una pared húmeda del viejo edificio policial, ubicado en calle Francisco de la Reta de Guaymallén.
“Esa dependencia tiene más de 70 años. Antes era una base militar. Las paredes son viejas y el sector por donde escaparon estaba muy húmedo”, contó una fuente policial de la comisaría a este diario.
Los prófugos fueron identificados como Luis Alberto Berrios Morales (38), Eduardo Jerónimo Sosa Amaya (18) y Juan Manuel Safie Acaba (37). Habían sido capturados recientemente por distintos hechos delictivos, incluyendo el robo de una escalera, un celular y la circulación en una moto con pedido de secuestro. Hasta este jueves por la mañana, no habían sido recapturados, intensificándose la búsqueda policial.
Según la reconstrucción del hecho, el último control de calabozos registrado en el libro de novedades fue a las 3 de la madrugada. No fue hasta pasadas las 6 que el jefe de la dependencia advirtió la ausencia de los detenidos. El calabozo principal tiene dos pasillos internos que llevan a otras tres celdas más pequeñas, lo que permitió a los fugados moverse sin estar confinados tras los barrotes.
La estructura del calabozo presentaba falencias de seguridad. Hacia la zona sur, una tela metálica oxidada separa el área de detención de un patio interno que colinda con la base de Policía Científica. En ese sector se almacenan elementos secuestrados en distintos procedimientos. La precaria instalación de agua, con un caño plástico que presentaba pérdidas, generó humedad en la pared donde los detenidos hicieron el boquete.
Los prófugos aprovecharon la falta de vigilancia para ir golpeando la pared debilitada. Fuentes del caso señalaron que lograron extraer al menos tres bloques de arcilla hasta que uno de ellos pudo atravesar el hueco. Luego, escaparon escalando por los techos sin ser detectados.
El escape generó una investigación judicial y administrativa para determinar responsabilidades dentro de la fuerza policial. El titular de la IGS, Marcelo Puertas, realizó una inspección ocular en la dependencia. Cuatro policías quedaron en la mira y serían sancionados.
Horas después de la fuga, el hueco fue tapiado con cemento. Mientras todo esto sucedía, se desplegaron operativos en distintos puntos de la provincia con personal uniformado y de Investigaciones para dar con los prófugos, quienes aún permanecen en la clandestinidad.
No eran considerados de peligrosidad pero sí tenían un amplio prontuario por delitos contra la propiedad. Dos tenían domicilio en Guaymallén y el restante en Godoy Cruz.
Fuente: www.elsol.com.ar