“El coleccionista de huesos”: los 20 casos del perito trucho que plantó pruebas

Durante más de una década, el bahiense Marcos Herrero fue convocado como experto en búsquedas de personas. Detrás de las intervenciones espectaculares, se escondía una trama de engaños. El libro sobre su historia, su participación en Mendoza y las condenas que recibió.

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La historia está contada en “El coleccionista de huesos”, el libro del periodista Germán Sasso publicado en 2024. Allí se repasan una por una las causas judiciales en las que intervino Marcos Darío Herrero, un adiestrador de perros de búsqueda que se convirtió en figura clave en al menos veinte expedientes criminales de alto perfil en Argentina y que este martes fue condenado a 7 años de prisión por plantar pruebas en el caso de Facundo Astudillo Castro, en Bahía Blanca, tal como hizo en Mendoza años atrás en la búsqueda de Viviana Luna, por lo que había sido condenado con una pena condicional.

Herrero trabajaba con animales rastreadores que, según él, podían detectar olores humanos semanas después de una desaparición. Su perro más conocido era un pastor belga malinois llamado Alcón. “Cuando la justicia no esclarecía un caso grave, lo dejaba actuar porque no tenía respuestas. Incluso llegó a avalarlo para cerrar casos, como en el Norte, donde todavía hay gente presa por la únicas y truchas pruebas aportadas por Marcos Herrero”, relató Sasso, el autor del libro.

Durante años, Herrero fue convocado por fiscales y jueces de distintas provincias. Recorrió terrenos, inspeccionó autos, entró en casas y galpones. En cada intervención, aseguraba que su perro marcaba rastros que vinculaban el lugar con la víctima. Así lo hizo en el caso de la mendocina Viviana Luna y con otros como Araceli Fulles, Facundo Astudillo Castro, Micaela García y Santiago Maldonado. Su palabra, sostenida por los movimientos del animal, fue utilizada en varios juicios como prueba central.

Los días de kirchnerismo a la carta

Uno de los momentos más desconcertantes de la carrera de Marcos Herrero ocurrió durante un rastrillaje en Santa Cruz, donde sus perros “detectaron” un supuesto escondite de “dólares termosellados”. El hallazgo fue presentado como prueba explosiva en la denuncia que las diputadas Mariana Zuvic y Paula Oliveto impulsaron contra la expresidenta Cristina Kirchner, en plena tensión judicial contra el kirchnerismo. Sin embargo, poco después se supo que los billetes no eran reales, sino fichas del juego de mesa El Estanciero, cuidadosamente envueltas en plástico. No existía olor posible que llevara a un perro a detectar esos elementos, ni lógica en su ubicación. El episodio marcó un punto de inflexión en la credibilidad del perito y dejó expuesta la utilización política de sus intervenciones. 

Respecto a su participación en el expediente de la mendocina Viviana Luna, él fue contratado por la familia como perito de parte. Durante un rastrillaje en una propiedad abandonada de Potrerillos, Herrero afirmó que su perro había detectado restos óseos humanos vinculados a la mujer, junto con una carta que supuestamente comprometía a autoridades políticas y judiciales de Mendoza.

Sin embargo, la Justicia de Mendoza comprobó que esos huesos no pertenecían a Luna y que ya habían sido utilizados por el propio Herrero en otras causas. Es decir, los llevaba entre sus pertenencias y los enterró intencionalmente en el lugar para luego “descubrirlos” ante testigos y cámaras. Esta maniobra fue clave para su posterior condena por plantación de pruebas y falsedad ideológica.

Otro expediente de alto impacto en el que se involucró fue en el crimen de Marito Salto, un niño santiagueño que fue torturado, abusado y desmembrado. Herrero supo del caso por un video en internet, llamó a a familia y se ofreció como perito. Dijo tener el dato acerca de un ritual satánico, marcó una vivienda y fueron detenidos un hombre, bautizado por la prensa como “el Brujo San La Muerte”, su esposa y su hijo. Ninguno respondía al patrón genético hallado en la escena del crimen. La Justicia de esa provincia ordenó pruebas de ADN a todo el pueblo, más de tres mil muestras. Nunca hallaron nada.

En el caso de Araceli Fulles, el perro Alcón marcó como positivos distintos sectores del corralón donde habría ocurrido el crimen, además de un vehículo. Herrero también aseguró que el auto había sido lavado con un desodorante líquido. Ninguno de estos elementos fue confirmado por pruebas genéticas. Aun así, en 2021, tres hombres fueron condenados a prisión perpetua. Años después, la Cámara de Casación bonaerense anuló esas condenas, con duras críticas a la fiabilidad de la prueba canina y al rol de Herrero.

Las técnicas de rastreo utilizadas por Herrero no estaban respaldadas por protocolos oficiales ni por validaciones científicas. No existen manuales reconocidos en el país que certifiquen la permanencia del olor humano en los términos que él afirmaba. Contrario a la literatura científica, Herrero sostenía que el olor humano podía permanecer activo durante semanas o meses, incluso al aire libre, lo que fue cuestionado por expertos en criminalística. En algunos procedimientos, se detectaron objetos “marcados” por el perro que habían sido previamente entregados a la policía por familiares de las personas fallecidas o asesinadas. También se registraron imágenes en las que Herrero y su perro pasaban por encima de un cadáver sin advertirlo.

La secuencia se repetía: marcación del perro, interpretación verbal del falso perito, informe incorporado al expediente. Los perros eran presentados como elementos de prueba autónomos, aunque su comportamiento dependía exclusivamente del criterio del adiestrador.

Oriundo de la ciudad de Viedma, Herrero construyó una red de contactos institucionales que lo respaldaban. Formó parte de una unidad K-9 con bomberos voluntarios de Punta Alta. En 2018 fue declarado “vecino destacado” por el Concejo Deliberante de esa ciudad, lo cual fortaleció su legitimidad frente a otras jurisdicciones. La mayoría de sus informes no fueron contrastados con peritajes oficiales.

En 2024, el impacto de sus intervenciones comenzó a ser revisado en varias causas. Y en 2025, una nueva sentencia marcó un giro definitivo.

La reciente condena

El Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca, a cargo del juez Ernesto Sebastián, condenó a Marcos Herrero a siete años y ocho meses de prisión por falso testimonio agravado y reiterado. La sentencia se dictó luego de comprobarse que durante el juicio por la desaparición de Facundo Astudillo Castro plantó pruebas para incriminar a efectivos de la Policía Bonaerense. También se lo inhabilitó por catorce años para ejercer su labor.

El fiscal Gabriel González Da Silva había pedido una pena de ocho años. La defensa solicitó la absolución. El juez ordenó la detención inmediata una vez que la sentencia quede firme. Actualmente, Herrero permanece bajo arresto domiciliario.

El caso Facundo Astudillo Castro se remonta al 30 de abril de 2020, en plena vigencia del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio por la pandemia. Facundo tenía 22 años. Salió a dedo desde Pedro Luro hacia Bahía Blanca para ver a su ex pareja. Fue visto por última vez tras ser interceptado por la policía en Mayor Buratovich. Su cuerpo apareció 78 días después en un cangrejal. La autopsia indicó asfixia por sumersión, sin poder establecer si fue homicidio, accidente o suicidio.

Según la acusación, Herrero intervino con sus perros durante la investigación y colocó supuestas evidencias que dirigían las sospechas hacia la policía. Una de ellas fue una piedra turmalina, hallada dentro de un patrullero. La Justicia determinó que esa prueba fue plantada intencionalmente.

La audiencia de lectura de los fundamentos está prevista para el 29 de abril. Mientras tanto, las causas en las que participó Herrero se revisan una por una. En cada expediente aparece el mismo patrón: marcaciones sin validación, objetos sin origen claro, perros que actuaban bajo una sola guía, y sentencias construidas sobre una única base: su palabra.

Los 20 casos en los que participó

Maira Benítez (Chaco, 2016)
Maira tenía 18 años cuando desapareció en Villa Ángela. Herrero fue convocado meses después. Su perro marcó zonas del monte y un pozo. Allí se hallaron huesos, pero eran animales. Sus informes generaron expectativas pero no ayudaron al esclarecimiento. El principal acusado fue condenado por femicidio sin que esas pruebas fueran consideradas.

Micaela García (Entre Ríos, 2017)
Tras la desaparición de la joven militante en Gualeguay, Herrero se presentó con su equipo y sugirió haber hallado elementos que vinculaban al autor con la víctima. Sin embargo, la causa se resolvió con pruebas de ADN, cámaras de seguridad y confesión del autor. La actuación de Herrero fue irrelevante.

Marito Salto (Santiago del Estero, 2016)
El niño de 11 años fue secuestrado y asesinado. Herrero dijo haber encontrado una cadena con el olor de Marito en un campo. El objeto no fue reconocido por la familia ni confirmado por pruebas científicas. El hallazgo generó desvío en la investigación.

Lucas Muñoz (Bariloche, Río Negro, 2016)
Policía de 29 años. Su cuerpo apareció con signos de tortura tras 27 días desaparecido. Herrero dijo que su perro detectó rastros de Lucas en una cabaña abandonada. Luego se demostró que ese lugar ya había sido rastrillado sin resultados, y que el objeto marcado no tenía valor probatorio.

Araceli Fulles (San Martín, Buenos Aires, 2017)
Herrero marcó como positivos una oficina, baño, terraza y un auto en un corralón. Dijo que el vehículo había sido lavado con Pinolux. Aportó precintos y un portacosméticos que ya había sido entregado por la familia. La Justicia condenó a tres personas a perpetua en 2021 con base en esas pruebas. En 2024, Casación anuló el fallo y pidió investigar a Herrero.

Daiana Garnica (Tucumán, 2017)
Herrero aportó una zapatilla y un pañuelo que supuestamente olían a la víctima. Se comprobó que la zapatilla ya estaba en la causa y que el pañuelo no tenía ADN. Su participación fue descartada por el fiscal, aunque los objetos fueron exhibidos mediáticamente.

Caso Machuca (Neuquén, año sin precisar)
En un rastrillaje, el perro de Herrero marcó un terreno baldío. Se desenterraron restos óseos que resultaron ser de animal. No había vinculación con la causa. El juez del caso cuestionó su método, pero no lo excluyó.

Estela López (Salta, 2016)
Desaparecida en San Lorenzo. Herrero trabajó con un equipo de bomberos y marcó una bolsa con ropa supuestamente de la mujer. No había ADN. La búsqueda fue infructuosa. Su actuación no fue incorporada en la investigación principal.

Santiago Maldonado (Chubut, 2017)
Tras la desaparición en la represión en Cushamen, Herrero se ofreció como perito voluntario. Aportó datos que luego no se confirmaron. El cuerpo fue hallado por buzos en un lugar donde él no había intervenido. Sin pruebas útiles, solo declaraciones a medios.

Luis Painevil (Río Negro, año sin detallar)
Desaparecido en Viedma. Herrero intervino en la búsqueda. Su perro marcó una mochila. No hubo confirmación de contenido ni ADN. El objeto ya estaba inventariado. Su aporte fue considerado irrelevante por la fiscalía.

“Pupi” Rubilar (Santa Cruz, 2018)
Caso de joven asesinado en Río Gallegos. Herrero entregó una campera y una gorra halladas en una cantera. Luego se comprobó que eran elementos reciclados de otro caso. El juez ordenó no tenerlos en cuenta y pidió informes sobre su origen.

Doble femicidio en Córdoba (año no precisado)
Dos mujeres asesinadas en un mismo barrio. Herrero intervino y afirmó que su perro detectó rastros de sangre en la puerta de una vivienda. No se hallaron coincidencias genéticas. La prueba fue excluida por el tribunal por falta de rigor.

Caso Colque (Jujuy)
Buscaba a un hombre desaparecido. Herrero localizó una gorra con una nota manuscrita. No había relación con la víctima. El papel tenía errores ortográficos infantiles. La familia negó que el objeto fuera del desaparecido.

Curaqueo (Santa Cruz)
Intervino en una causa por desaparición. Halló precintos, un llavero y una piedra. Ninguno contenía rastros biológicos. La piedra fue presentada como una señal mística. La causa se estancó. El fiscal no volvió a convocarlo.

Caso Herrera (Chubut)
Participó en rastrillajes en zona de montaña. Marcó una campera y restos de tela. Los mismos objetos habían sido ya relevados y descartados por la policía científica. Herrero no presentó informe técnico. La jueza desestimó su actuación.

Facundo Astudillo Castro (Buenos Aires, 2020)
Durante la búsqueda, Herrero colocó una piedra turmalina dentro de un móvil policial para vincular a la Bonaerense. Fue filmado. En 2025, fue condenado a 7 años de prisión por falso testimonio agravado. Se le prohibió ejercer como perito por 14 años.

“Combo cordobés” (Córdoba capital y alrededores)
Herrero participó en múltiples casos entre 2018 y 2020. Reutilizó precintos plásticos, prendas femeninas y billetes escritos a mano como supuesta prueba olfativa. Varios elementos eran idénticos en diferentes causas. Ninguno fue validado.

Lescano (Misiones)
En la búsqueda de un adolescente, Herrero dijo haber hallado un zapato con esencia del joven. La madre negó que fuera de su hijo. No había coincidencia genética. El zapato ya figuraba en otra causa. El fiscal pidió explicaciones, que nunca llegaron.

Marcela López (Santa Cruz, 2021)
Herrero aseguró que sus perros detectaron olor de la mujer en el domicilio de un funcionario político. El caso se politizó. El juzgado ordenó peritajes independientes. Ninguno confirmó lo dicho por Herrero. Fue excluido del expediente.

Viviana Luna (Mendoza, 2016)
Mujer desaparecida en Potrerillos. Herrero fue contratado por la familia. Plantó huesos humanos en una propiedad abandonada. La Justicia comprobó que los mismos restos ya habían sido hallados en Santa Cruz. Fue condenado en Mendoza.

Fuente: www.mendozapost.com

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