Una mirada lateral sobre el debate de candidatos

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El debate único, público y obligatorio se vio este domingo a través de la transmisión que hizo el equipo de Canal 7. Pero fuera de cámara también pasaron cosas

A las siete de la tarde del domingo empezaron a llegar periodistas y referentes políticos de distintas fuerzas al Espacio Cultural Julio Le Parc (Guaymallén), que fue el punto elegido para el evento. En los portones de ingreso había un hombre claramente desequilibrado que repartía folletos con un texto incomprensible. Rogaba que alguien transmitiera sus ideas a los candidatos. El tema es que no se entendía cuáles eran esas ideas.

Con el correr de los minutos, se vio entrar al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Dalmiro Garay, al titular de la Junta Electoral, Jorge Albarracín, a peronistas –Flor Destéfanis, Fernando Ubieta-, exponentes de La Unión Mendocina –Jorge Difonso, Daniel Orozco– muchos radicales –Martín Kerchner, Lisandro Nieri, Jimena Latorre-, Verdes y gente del FIT.

Ya adentro del edificio, el clima era similar al de una especie de cumpleaños dividido en grupos de parientes lejanos.

Adentro del Le Parc

No había, por lo demás, demasiado lugar para la espontaneidad, porque toda la situación estuvo fuertemente codificada.

Como ejemplo vale resaltar el sistema de distribución de los asientos para los espectadores. La parte de la sala más cercana al escenario estaba reservada a políticos y adláteres, mientras que para los periodistas se dejó la zona del fondo.

Y entre la prensa hubo subespecies: los que llevaban pulsera roja tenían acceso a todos lados, los que la tenían gris estaban autorizados a ir a la sala del evento y los que la llevaban azul esperaban en los pasillos exteriores. Cada uno con su color, como los mentados Parchís.

Lo más divertido fue que cuando comenzó el debate había por lo menos cuarenta butacas vacías en las primeras filas del auditorio. Nadie la pudo ocupar ¿Por qué? Porque sí.

Se llama debate… pero no es debate

A decir verdad, no fue un debate propiamente dicho, porque no se permitió que Alfredo Cornejo, Omar De Marchi, Mario Vadillo, Lautaro Jiménez y Omar Parisi dialogaran entre sí.

El intercambio de opiniones fue por turnos y de acuerdo al sorteo previo. Una discusión política con reglas del Ludomatic. Y la lógica se repitió tanto en las intervenciones de los candidatos a la gobernación como en las de los candidatos a vice, que entraron y salieron con la fugacidad de los relojes cucú.

En suma: el resultado del sistema fue que, a poco de escucharlos, uno se veía tentado a subir al escenario para dar vuelta a los oradores y ver si en la espalda tenían alguna manija para darles cuerda: eran como engendros mecánicos. Así de acartonado, guionado y falto de chispa fue el tono general.

Mientras los otros hablaban, Cornejo permanecía imperturbable, De Marchi tomaba notas, Vadillo observaba con ironía -mano en la cintura-, Jiménez mensajeaba por celular y Parisi era, quizá, el único que se animó a sentarse.

Los asesores y los saludos

Si uno paraba la oreja en la sala, se daba cuenta de que existía otra dimensión del debate: la que se desarrollaba en Twitter, ahora llamada “X”. Está claro que existían memes y flyers previamente preparados que se fueron “tirando” conforme avanzaba la velada.

“Están a full los muchachos”, cuchicheó un conocido referente en relación al comando tuitero de su fuerza, sin saber que al lado tenía a un periodista que lo estaba oyendo.

Cada vez que la transmisión televisiva tenía cortes, un asesor designado por cada candidato se levantaba del asiento para dar consejos a su pollo. Eran especialistas en comunicación política, algunos más conocidos que otros. Y llamó la atención que el “coach” de De Marchi fuera su sobrino e intendente de Luján, Sebastián Bragagnolo.

Fueron, para resumir el bodrio, dos horas cuyo aburrimiento podría anotarse en la larga lista de problemas que ya tiene la provincia. Por suerte en algún momento terminó.

Se apagaron las luces. Detrás del escenario, hubo saludos con cierto aire clandestino. No fueron todos, claro está; pero sí que hubo apretones de manos y besos que algunos candidatos tienen prohibido mostrar puertas afuera. Es que, como aquellos grupos teen de los ochenta, se deben a su público.

FUENTE: diariouno.com.ar

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