El MEB (Microscopio Electrónico de Barrido) es un peritaje de avanzada que detecta restos de plomo, bario y antimonio que provienen del momento en el que un cartucho es disparado por un arma de fuego. Se pueden encontrar en las manos, otras partes del cuerpo y también en las prendas de vestir. Esos elementos se pulverizan por el calor y se adhieren a distintas superficies.
Una importante cantidad de investigaciones policiales y judiciales penales dependen de esta tecnología para imputar o no a una persona y Mendoza hace diez años que la utiliza.
En las últimas horas, el fiscal de Homicidios Carlos Torres recurrió al MEB para encaminar dos instrucciones y resolver la situación procesal de tres detenidos que tenía tras las rejas, sospechados de perpetrar asesinatos en Godoy Cruz y Maipú, que tuvieron como víctimas el sábado a Mauro Salcedo y Federico Murúa, respectivamente.
En el primero de los casos, el sistema confirmó que Diego Héctor Agüero, detenido como el homicida de Salcedo en calle Pedro Goyena de Villa Hipódromo, presentaba restos de pólvora en una mano. El estudio corroboró que había empleado recientemente un revólver -creen que calibre 32 o 38- para dar muerte a la víctima, tal como reveló este diario.
En el segundo de los hechos había dos detenidos, una pareja de jóvenes identificados como Lucas Ochoa y Rocío Fernández. Ambos, quienes no tendrían relación sentimental, habían sido marcados y estado presentes cuando Federico Murúa recibió un disparo en la nuca en una vivienda del barrio Brandi de Maipú.
La primera hipótesis apuntaba a que Ochoa, un joven de 27 años fanático y con presencia en la popular del Club Deportivo Maipú, había mantenido una discusión durante la venta de un cigarrillo de marihuana (se quejaba de su alto precio frente a los vendedores del porro) y luego accionó el arma que tenía desde un auto, un Fiat Cronos, hiriendo mortalmente a Murúa, que se encontraba desde hacía algunas horas con sus amigos dealers y nada tenía que ver con la situación.
Sin embargo, la teoría del caso cambió con el paso de las horas, luego de la aprehensión, en esa misma jornada a las 23.45, de Ochoa y Fernández, ambos domiciliados en las manzanas C y D del barrio Los Ceibos de Maipú: este lunes por la tarde, el MEB sentenció que la joven Fernández era quien presentaba rastros de pólvora en una mano.
Si bien el peritaje la ubica como tiradora, el fiscal Torres acusará a la pareja por homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Para el representante del Ministerio Público, ambos tuvieron relación directa con el hecho de sangre y por eso continuarán tras las rejas mientras continúan los trabajos investigativos. Justamente, durante este lunes hubo más medidas en busca de una de las pruebas más destacadas: el arma de fuego utilizada, que no ha sido hallada.
El crimen de Murúa se produjo después de las 22.20 del sábado en un domicilio de calle Irusta del barrio Brandi de Maipú. La víctima recibió un balazo en la nuca y murió en el acto.
Un llamado al 911 alertó a la policía sobre un hombre herido de arma de fuego. Testigos solicitaron una ambulancia y detallaron que un sujeto al que conocían había disparado un arma.
Cuando llegaron los primeros uniformados, constataron que la víctima se encontraba sin vida. En ese lugar trascendió el dato de que el hombre asesinado era amigo de los dealers y un conocido que llegó en un Fiat Cronos comenzó a pelear “después de quejarse de la inflación y de lo caro que le querían cobrar un porro”, como revelaron las fuentes a El Sol.
Antes de subirse al vehículo, dispararon varias veces y se dieron a la fuga. De todas formas, el rodado fue identificado. Cuando ambos llegaron hasta el barrio Los Ceibos, los efectivos los detuvieron y quedaron a disposición de la Justicia. En el habitáculo del auto que circulaban también hallaron rastros de pólvora.
Fuente: www.elsol.com.ar