Los tres escenarios y los tres planes que debe estar imaginando Cornejo

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El gran desafío que tiene por delante Alfredo Cornejo en su vuelta a la Gobernación será hacer crecer Mendoza para que el desarrollo y la generación de riqueza permitan mejorar los indicadores económicos, los más sensibles y que manejan el humor de todos los demás. Es lo que se sabe y es lo que se repite a menudo imaginando lo que viene y sus urgencias.

Ahora bien, más allá del imperativo que envuelve a Cornejo y su gobierno, también se sabe que, de no cambiar el contexto nacional, el margen de maniobra será acotado para la provincia y vale, además, preguntarse si tanto a Cornejo como a Mendoza, a los fines de lo que se requiere obligatoriamente para que el borrón y cuenta nueva que se busca afanosamente, los tres candidatos con más chances de llegar a la Presidencia garantizan por igual el nuevo escenario, la nueva configuración y el cambio de contexto.

Está claro que, si es por elegir, Cornejo prefiere a Patricia Bullrich en la Presidencia. Con ella –imaginan en Mendoza– la nueva región económica con afinidades políticas con la que sueñan en Cuyo sumando a Neuquén, “volarían” potenciando la infraestructura vial, una economía con base agrícola, industrial y exportadora y un empuje sólido hacia el campo de la energía y la minería. No habría trabas y, entre los cuatro mandatarios, sumado a ese eventual empuje de Bullrich en la Rosada, imaginan una suerte de revolución económica en todos los frentes, apoyada en correcciones y reformas en la estructura del Estado que facilitarían el rumbo hacia el nuevo orden.

Pero, en realidad, Cornejo está obligado a imaginarse en el gobierno con alguno de los dos escenarios que menos quiere y a los que tendrá que adaptarse, trabajo que ya está haciendo por demás y de mucho antes de que se comenzara a dudar en Juntos por el Cambio de la victoria segura con la que se fantaseaba algunos meses atrás, antes de los males que comenzaron a afectar a la principal oposición y que hoy la colocan fuera del balotaje si se sigue la mayoría de las siempre relativas y polémicas encuestas de opinión política.

Si Javier Milei llega a la Presidencia, es probable que uno de sus rivales recientes en la lucha por la Gobernación, Omar De Marchi, vea potenciada su figura. Esa aparente carencia de dirigentes y de volumen de figuras con experiencia de gestión que emerge alrededor del libertario, permite imaginar que De Marchi podría llegar a ser tenido en cuenta para protagonizar un rol importante en el esquema de gobierno de quien marcha al frente de la contienda. De ser así, ¿De Marchi se convertiría en la llave de Mendoza a los necesarios pactos y acuerdos políticos y económicos? Y, ¿cuál sería el papel, en ese caso, de lo que ha emergido como la nueva oposición en la provincia, La Unión Mendocina, con una referencia más cercana en la nación? Los enconos y rencores que se pusieron de manifiesto entre Cornejo y De Marchi, ¿se convertirían en una traba más de las tantas que ha tenido la Provincia para definir una visión estratégica cuando buena parte de su rumbo ha dependido de vínculos o resortes nacionales? Todo es una incógnita.

Y, para el caso de que el elegido en la nación sea Sergio Massa, el peronismo de Mendoza podría tener en sus manos una revalorización impensada. Es probable que esa soga salvadora cayese, por la naturaleza de Massa, más cerca de los dirigentes no K que en la conducción. Y en esa línea, Matías Stevanato se erige en una pieza clave y de los que más expectativa alimenta para llevar adelante la tarea de recuperación del movimiento, asumiendo un papel de facilitador para la provincia, como Celso Jaque, desde Malargüe, y los hermanos Omar y Emir Félix, desde San Rafael.

No hay escenarios similares, no da lo mismo uno que otro, o unos que otra en la conducción nacional de cara a las nuevas direcciones que, sí o sí, tiene que tomar el país, casi todas diferentes a las que ha transitado hasta ahora si en verdad se quiere dar por terminada una etapa de puros fracasos. Es probable que los tres que tienen más chances coincidan en la necesidad de cambio y está claro también que si hay algo que los diferencia son los métodos y planes.

Pero que, de igual manera, los tres prometen y aseguran una salida del laberinto. Y para Mendoza y el nuevo gobierno, que registra, además, la novedad de la vuelta de un ex gobernador, un hecho que no se ha dado en los cuarenta años de la democracia recuperada, implica asumir desafíos extraordinarios, entre ellos, la obligatoriedad de llevar adelante negociaciones sensibles entre viejos protagonistas, que se celan y sospechan por demás, pero que si se terminan dando escenarios que a algunos benefician y a otros no, tanto de ida como de vuelta, no podrán evitar, por más que quieran.

FUENTE: elsol.com.ar

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