Miguel Ángel Cerón Chirino (34) murió el viernes 3 de este mes por la mañana, cuando más de 100 policías de distintas áreas del Ministerio de Seguridad cercaron el popular barrio San Martín de Ciudad para desplegar 20 allanamientos ideados luego de semanas de alerta y preocupación vecinal por tiroteos, heridos y un asesinato, en medio de una guerra por posicionamiento de bandas narco en la zona.
El hermano del tristemente célebre delincuente juvenil Matías Morocha Cerón, era uno de los objetivos a cumplir con una detención. Pero el plan no resultó como lo habían trazado, y el Pipa, como lo llamaban, tuvo el mismo final que su hermano Matías (18) veinte años antes, también homicida y asaltante, en agosto del 2003, cuando un policía terminó con su vida después de una entradera en la Cuarta Sección de Ciudad.
El Pipa fue detectado en una vivienda de su entorno familiar pero ofreció fuerte resistencia e intentó escapar. Un efectivo que lo seguía le dio un certero balazo en la axila derecha mientras se encontraba acorralado por efectivos de Investigaciones arriba de un techo de chapa de una de las 20 casas que habían allanado.
El proyectil, que salió del arma provista a un policía que llevaba poco más de un mes en la fuerza, lo atravesó y salió por el sector izquierdo del tórax. No se iba a entregar y se lo había hecho saber a su círculo más íntimo. El tiroteo fue “infernal”, describieron los vecinos a este diario.
La causa por la muerte del Pipa Cerón quedó en manos del fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello. Justamente, el mismo pesquisa judicial lo tenía en la orden del día por dos hechos de sangre de gravedad ocurridos semanas antes: el crimen del ex convicto Rodrigo Martín Pelayes, la tarde del lunes 2 de octubre en la manzana 24, y el intento de asesinato de Gustavo Corzo, cinco días después de ese hecho, en la zona del citado complejo conocida como Fuerte Apache.
Este último hombre, también con pasado carcelario y llamado Lulo por quienes lo conocían, se encuentra internado en el Hospital Central desde hace más de un mes. Pasan las horas y los días y Corzo no lograr recuperarse de ese cuadro, debido a que recibió 9 impactos de bala en diferentes partes del cuerpo.
Si bien el caso por la muerte del Pipa Cerón parece estar cerrado en la fiscalía de Pirrello, porque el policía de la Unidad Investigativa de Godoy Cruz (UID) que lo abatió actuó en legítima defensa y cumplimiento del deber, ya que estaba en riesgo su vida y la terceros durante el infernal tiroteo que inició Cerón minutos después de las 7 del día citado mientras escapaba, todavía resta tomar más declaraciones e incorporar el resultado de una serie de estudios balísticos vinculados con los dos hechos de sangre.
El Pipa llevaba dos armas de fuego calibre 9 milímetros –una en cada mano– cuando intentó eludir el accionar policial y fue abatido. Al momento de preservarlas, detectaron que una de esas pistolas presentaba el número de serie intacto: pertenecía a una mujer policía que denunció su sustracción en el 2015 en su casa de la localidad de Palmira, en San Martín.
Los detectives desconocían el origen de la otra, pero tenían como objetivo determinarlo porque comenzó a ser peritada próximamente para sumar más detalles de su historia.
Lo que también buscarán determinar en los próximos días es si esas armas que portaba fueron las utilizadas en el homicidio de Pelayes y el ataque contra Corzo. De lo que sí están seguros es de que las vainas servidas calibre 9 milímetros levantadas en ambas escenas no salieron de la misma arma, porque así lo determinó un cotejo realizado por Balística.
Las últimas horas del Pipa Cerón
Mientras el Pipa se encontraba en la orden del día por los dos hechos, pernoctaba en diferentes propiedades de la zona. Tenía relación directa con un malviviente baleado semanas antes en la barriada, Hernán Baigorria. Justamente, los procedimientos del viernes 3 tenían como objetivo desalentar la crecida de ataques entre bandas en medio de una guerra de territorialidad por comercio de drogas.
Fuentes del barrio San Martín aseguraron que Cerón le dijo a su familia que no se iba a entregar y que iba a enfrentarse a la policía, como lo hizo su hermano en varias oportunidades. Sólo eso, también confesó que había sido el autor de los disparos contra Corzo. Debido a esto, tenía dos pedidos de captura. Esa información llegó a oídos de los investigadores, quienes profundizaron la búsqueda hasta encontrarlo.
Este sábado comenzaron los peritajes para determinar si las armas que utilizó para dispararle a la policía cuando intentaba no caer en sus redes se utilizaron en los dos casos citados.
El Sol accedió a un video en el que se escuchan las detonaciones de los efectivos contra el Pipa, que fue captado por un vecino desde el patio de su casa. De acuerdo con fuentes policiales, el hermano del Morocha disparó más de 25 veces contra los policías que intentaban capturarlo y se defendieron del ataque. Se escuchan el momento del ingreso de los miembros de la fuerza, gritos y las primeras detonaciones.
Fuente: www.elsol.com.ar