Los últimos datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) mostraron una pequeña recuperación en las exportaciones de vino. Así, en el octavo mes del año, el crecimiento interanual que se había dado en julio logró convertirse en un número positivo en el acumulado de 2024. Aunque todavía de manera modesta y a la espera de lo que sucederá en los meses siguientes en un país tan cambiante como Argentina, la industria celebra el cambio de tendencia y apuesta por ella.
Así lo expresó Magdalena Pesce, CEO de Wines of Argentina (WofA), la organización que lleva adelante la promoción internacional del vino argentino. “La verdad que esta pequeña recuperación de casi 7% es muy halagüeña y necesaria”, admitió la gerenta de WofA. En este sentido, comentó que el dato del INV condice con lo que ellos observan entre los principales distribuidores internacionales. Sucede que tenían un stock que generaba atraso en las exportaciones, algo que ha comenzado a terminarse. “Esto tiende a normalizarse, por lo que esperamos que a partir de 2025 haya un crecimiento en las ventas al exterior”, precisó Pesce.
Sumó que, aunque hay que esperar para ver si se consolida la tendencia, lo cierto es que la industria ha comenzado a ver una luz al final del camino. De hecho, en medio de situaciones complejas a nivel internacional y de cambios fuertes en los modos de consumo, la CEO de Wines of Argentina apostó por esa esperanza. “Lo vemos porque nuestra masa de asociados no tiende a caer sino a crecer, por lo que todos están pensando en exportar más”, se entusiasmó.
Vinos más caros y menos consumo
Más allá de la situación coyuntural en la que Argentina exportó menos vino durante 2023 y en la que todavía se acomoda en medio del nuevo contexto, la baja en la compra de vino es algo que llegó para quedarse. La directiva de WofA contó que los cambios en los patrones de consumo han obligado a repensar la estrategia de la organización.
Es que en los principales centros de exportación de vinos argentinos como Estados Unidos o Reino Unido se consolida el llamado fenómeno de “premiurización”. Es decir que los consumidores toman menos cantidad de vino, en menos ocasiones, pero de mayor valor. “No solo se da en los segmentos que regularmente adquieren vino sino también en las nuevas generaciones que ingresan al consumo”, detalló Pesce.
Más allá de las modalidades de relacionarse con la bebida nacional, esta situación está atada a los contextos económicos globales en donde se ha observado cierta recesión y riesgo de inflación. “Este combo afecta a la Argentina y a todos nuestros competidores”, explicó la CEO de WofA. China es un ejemplo de esto, ya que pasó de ser una suerte de boom a convertirse en un mercado no en recesión, pero sí estancado.
De este modo, para el vino se achica la torta, al tiempo que se encarecen los consumos. La respuesta a esta situación es, según Pesce, “más marketing”. Con una competencia que crece, la clave está en el posicionamiento, la inversión en la visibilidad de la marca y en hacer más efectivas tanto las acciones como el trabajo con los canales de venta.
No es algo sencillo, debido a que la mayoría de las bodegas vienen en modo supervivencia. Sin embargo, desde WofA están en un proceso de análisis de revisión de la estrategia porque la consolidación del cambio de los mercados pospandemia plantean un escenario nuevo. “Hay que analizar cómo vamos a utilizar los pocos recursos que tenemos y optimizar los que poseemos. Es decir, maximizar el retorno de la inversión”, subrayó Pesce.
Más allá de la complejidad de la situación, así como de la diversidad de la industria en donde algunas bodegas no dejaron de invertir en posicionamiento externo y otras sí porque no podían pagar sueldos, el sector ve una luz al final del camino. “A medida que estas situaciones se terminen de equilibrar la inversión va a crecer”, apostó Pesce y remarcó que la industria piensa en exportar más.
Fuente: www.mdzol.com