Los candidatos a gobernador entraron en la etapa emocional de la campaña. Tras las elecciones departamentales se espera que La Unión Mendocina sume más dirigentes “migrados” para buscar una elección polarizada. Cambia Mendoza recalcula la estrategia para “ilusionar”. La autoestima caída.
Temor, ansiedad. Poco sueño y, obviamente, estrés; esa sensación de sentirse angustiado ahora por lo que puede pasar en el futuro. Los candidatos a gobernador de Mendoza están por ingresar en la etapa más peligrosa y definitoria de la campaña; la etapa emocional. Y combinan sus intenciones de influir en el votante con sus propias sensaciones. En ese recorrido de risas y lágrimas hay un escenario incierto que comenzará a despejarse desde el lunes que viene.
Las elecciones generales en los departamentales de los municipios que desdoblaron serán importantes más allá del resultado cuantitativo. El lunes, el día después, se terminará de definir la arquitectura electoral, el mecano con el que los dos principales frentes encararán la recta final para las elecciones provinciales. La política mendocina es tan frágil y cambiante que, a menos de un mes de elegir al gobernador, aún no está claro qué representan, quiénes la componen y qué quieren hacer algunos frentes. La principal duda es lo que ocurrirá con La Unión Mendocina, la alianza construida en espejo con Cambia Mendoza y que está con el libro de pases abierto y sin requisitos rigurosos de adhesión. La idea de Omar De Marchi y sus operadores es sumar, aún sin evaluar condiciones.
La política no es matemática, por lo que tampoco hay garantías de éxito, pero sí tienen más volumen. De hecho entre los futuros adherentes hay muchos ligados al peronismo, el mismo peronismo que en Mendoza no gana una elección provincial desde el año 2011. La adhesión a De Marchi será testimonial en algunos casos, explícita en otros y también silenciosa en los más temerosos. Con las listas cerradas, no le queda mucho por ofrecer a cambio al candidato fundador del PRO. El PJ lo sufre, en particular la fórmula liderada por Omar Parisi, que ha tenido desplantes importantes dentro de la estructura peronista.
Cambia Mendoza, con Alfredo Cornejo a la cabeza, tuvo un golpe de realidad con las elecciones nacionales. No solo por el poco volumen de votos, sino por la señal política de cambio de época, de hartazgo y bronca que afecta a todos los oficialismos y, creen, aumenta el riesgo. A favor tienen que el principal rival no es un representante disruptivo, sino un díscolo dentro de la estructura tradicional de la política mendocina. En contra, Cornejo tiene el arrastre de los yerros de gestión de los que debe hacerse cargo. Rodolfo Suarez va a dejar la gestión con buena imagen personal, pero con déficits en varias áreas. Como ha ocurrido en otros momentos (como durante la gestión de Julio Cobos) puede haber una escisión entre el capital de quien gobernó y su gestión y que sean mejor evaluada la persona que sus hechos.
El oficialismo tuvo un cambio de eje en la campaña. En realidad, explican, “entró en otra etapa”. Una maratón de propuestas para armar, arengas y autocrítica. Muchos de los que podrían liderar el nuevo proceso, se conforman con recolectar ideas para el potencial nuevo gobierno de Alfredo Cornejo. El nuevo desafío es reenamorar a ciudadanos golpeados para que voten al mismo candidato que en 2015 y a quien le ha costado reencausar su discurso. En aquel momento, con la gestión del gobernador peronista Francisco Pérez como leitmotiv, la construcción discursiva estuvo basada en una descripción hiperrealista; contar lo que pasaba y exagerarlo en el mensaje. Para ganar y para tener la autoestima de otros actores de poder baja, también para recuperar la autoridad como “reconstructor”. Ahora, 8 años después, las cuentas públicas mejoraron, pero no la calidad de vida de los mendocinos (en el marco de una Argentina abandonada a nivel nacional) y el contexto social no es mejor. La descripción hiperrealista no alcanza y tampoco es conveniente porque gobierna Cambia Mendoza. Pero además porque, explican, existe una necesidad de generar algún entusiasmo, aunque sin demagogia. Entre los sectores con los que buscan empatizar están los estatales, principalmente los docentes. También la clase media mendocina que en las generales puede haber votado por Milei y que no tiene opción “nueva”.
FUENTE: MdzOline.