Un delincuente juvenil de 15 años que es llamado por los investigadores como Toretto ganó popularidad esta semana después de ser atrapado dos veces en tres días por cometer asaltos con armas de fuego a choferes de Uber en Las Heras.
Pero no es la primera vez que este menor de edad tiene roces con la ley, ya que en ocasiones anteriores había caído en las garras policiales por diferentes hechos delictivos pero al ser inimputable volvió a la calle. Fuentes consultadas explicaron que se trata de una adolescente con “graves problemas de consumo de drogas” y que “desde los 12 años viene cometiendo robos con armas de fuego”.
Los numerosos episodios que viene protagonizando desde su niñez, le valieron un total de 10 intervenciones por parte de los Equipos Técnicos Interdisciplinarios (ETI). Frente a su complicada situación y la reiterancia en la actividad delictiva, se decidió en las últimas horas su internación en un refugio para chicos en situación de vulnerabilidad de la provincia Buenos Aires.
Se trata de una medida excepcional, que es aquella que se determina para sacarlo del círculo íntimo (familia) e intentar una recuperación de la persona. La decisión es entre los ETI y profesionales de la salud mental, como psicólogos y psiquiatras, quienes luego notifican la situación ante la Justicia de Familia.
Hasta este jueves, el Toretto continuaba internado en el Hospital Carrillo, ya que sufrió un choque en medio de una persecución, mientras intentaba escapar de policías a bordo de un auto sustraído a un conductor de la mencionada aplicación de viajes.
Una vez que reciba el alta médica, indicaron las fuentes allegadas al caso, pasará al Centro de Adolescentes con Medidas de Excepción (Came), dependiente de la Subsecretaria de Infancias, Adolescencias y Juventudes, hogares para tratamientos ambulatorios.
Posteriormente, será trasladado por funcionarios provinciales hasta una sede de la ONG Casa del Sur, ubicada en Monte Grande, un predio cerrado y especializado en la contención de menores de edad con problemáticas de consumo o con tendencia a cometer delitos graves, tales como robos agravados, homicidios y abusos sexuales.
Además, se trata de un caso en que el adolescente acusado no sólo “representa un peligro para la sociedad”, sino que también genera un riesgo mantenerlo en hogares de Mendoza, ya que probablemente buscaría escapar para estar con su familia o círculo íntimo y terminaría reincidiendo en el consumo y, por ende, en la actividad delictiva, explicaron las fuentes.
Por eso, en el refugio que tendrá como destino será sometido a un riguroso proceso de desintoxicación, en donde recibirá los cuidados básicos para que pueda superar el periodo de abstinencia. Asimismo, los jóvenes internados practican allí actividades agrícolas, manualidades y deportes, entre otras tareas.
Una vez que atraviese ese proceso y quede “limpio“, es decir, que pase un largo periodo alejado del consumo de estupefacientes, podrá regresar a Mendoza, donde las autoridades definirán su futuro, sostiene la información a la que accedió El Sol.
Problemático
El primero de los casos que el Toretto protagonizó esta semana ocurrió alrededor de las 1.30 del lunes, cuando un chofer de Uber, de 26 años, arribó hasta el cruce de calles Esquiú y 17 de Octubre para iniciar un viaje que solicitaron a través de la popular app.
Una vez allí, dos mujeres subieron a su Volkswagen Gol Trend negro y una de ellas le pidió que aguardara un momento porque tenía que cambiar la dirección de destino. En ese momento, dos malvivientes sorprendieron al conductor y lo increparon con un arma de fuego.
Mediante amenazas, subieron al vehículo y obligaron a la víctima a bajarse. Acto seguido, huyeron a toda velocidad hacia el norte de calle 17 de Octubre, llevándose también un celular Samsung A15 del trabajador del volante.
Posteriormente, policías de la Unidad Especial de Patrullaje Las Heras (UEP) que recorrían calle Dorrego en busca del automóvil sustraído, lo vieron circulando hacia el norte por calle Lisandro Moyano.
Allí se comenzó una larga persecución por diferentes calles del departamento, que terminó a metros del cruce de Maza y Lamadrid, donde el asaltante al mando del Gol Trend chocó contra un árbol.
Del interior del vehículo salieron tres sujetos -uno de ellos era el Toretto– quienes continuaron el escape a pie por un descampado aledaño, pero terminaron siendo interceptados por dos movilidades de la UEP.
Tres días después, a la 1.30 del miércoles, otro trabajador de Uber, de 42 años sufrió un nuevo asalto con el mismo modus operandi. Fue cuando aceptó un viaje en la zona de los barrios Santa Rosa y Solares de Brown, en el distrito de La Cienaguita.
La aplicación lo desplazó hasta el cruce de calles Cacheuta y 17 de Octubre, donde dos mujeres subieron al rodado, un Chevrolet Prima gris. Las pasajeras le explicaron que tenían que esperar a una amiga que estaba saliendo de su casa.
Fue allí cuando aparecieron en escena dos sujetos, uno de los cuales portaba una pistola y le propinó dos culatazos en lado izquierdo de la cabeza. Lesionada, la víctima fue obligada a descender del automóvil y ladrones escaparon en el mismo, hacia el este de calle Cacheuta.
Horas más tarde, cerca de las 9, personal de la UEP detectó en el cruce de calles Olascoaga y México a un adolescente que circulaba al mando del Chevrolet robado, al cual le habían tapado la chapa patente trasera con barro.
Por eso, le indicaron que se frenara con toques de sirena y balizas. No obstante, el joven al volante aceleró hacia el este de calle México, con el objetivo de perderlos de vista.
En el cruce con calle Bufano, mientras era perseguido por la movilidad policial, quiso sobrepasar un colectivo, perdió el dominio del vehículo e hizo un trompo, impactando contra un poste de luz.
Tras el accidente, el Toretto bajó del auto e intentó continuar la fuga a pie, gritando que era menor de edad, pero eso no evitó que los uniformados lo aprehendieran y pusieran, una vez más, a disposición de la Justicia.
Frente a las múltiples detenciones y su complicada situación personal, las autoridades provinciales determinaron que lo mejor era enviarlo al mencionado refugio de Buenos Aires, con la intención de que se recupere de la adicción a las drogas y se trabaje para que intente abandonar la actividad delictiva.
Fuente: www.elsol.com.ar